¿Cómo un sistema electoral silencia Mari Tere González? Un análisis institucional de la aprobación de la reforma de maestros.

by institucionalista

En los años 1950 y 1960 el sociólogo francés Maurice Duverger observó un importante fenómeno político que se convirtió en lo que se considera la única ley natural  en el campo de las ciencia políticas.  Duverger observó que en sistemas electorales en donde los candidatos son elegidos por pluralidad en distritos con una solo puesto electivo, el sistema termina con solo dos partidos. No es sorprendente que en Puerto Rico y Estados Unidos, donde tenemos precisamente este sistema, exista  sólo dos partidos con posibilidades reales de ganar las elecciones y obtener poder.  La importancia de esta observación es que la viabilidad y número de partidos no está determinado por las preferencias de la población, o por las divisiones ideológicas de los votantes, o por mérito ideológico de otros partidos, sino por el tipo de sistema electoral o  mejor dicho por las instituciones electorales.  

La ley Duverger, como se le ha llamado a este fenómeno, ha sido fundamental para la renovación del estudio de instituciones en el campo de las ciencia políticas. Esto ha sido consolidado con la obra de Douglas North, premio Nobel en 1993.  Su trabajo es basado en su análisis histórico-económico, y éste establece que las instituciones  son fundamentales para entender los cambios y el desempeño económico y político de distintas sociedades. North define instituciones como las reglas del juego y estas reglas imponen restricciones y obligaciones que definen que tipo de acciones son aceptadas, también establecen costos e incentivos para cierto tipo de acciones. El ser humano se entiende entonces como un ente racional que busca maximizar sus intereses, pero sus acciones estarán condicionadas a las instituciones establecidas. Tanto Duverger como North ponen al descubierto el fuerte efecto de instituciones en nuestras acciones, pensamientos e ideologías.

Esta visión de la importancia de las instituciones no es innovadora. Los fundadores de la constitución de Estados Unidos estaban muy claros sobre la importancia de creación de instituciones (las reglas de juego) y las consecuencias  de estas en el comportamiento humano. Unos de los temores que los padres de la constitución estadounidense, y que es reflejada en las cartas federalistas, era la concentración de poder en la manos de unos y la dictadura de la mayoría, donde ambas situaciones representaban un peligro hacia los intereses de las minorías. Es por ende que padres de la constitución buscaron crear una república y no una democracia, donde gobernara la ley y no las masas. 

La constitución de EE.UU. es la más antigua y más corta del mundo. Esta ha sido muy eficaz en evitar mayorías absolutas en ambas ramas electivas. El ensayo federalista no. 51 explica la necesidad de la división de poder entre las tres ramas, y sobre todo la división de poder entre la rama legislativa, que de acuerdo a James Madison, era la más fuerte. Madison sugiere distinto tipos de elecciones de manera que la Cámara no reflejara las pasiones del momento de la población. La idea de la división de poderes era que esto incentive a los políticos a crear política pública por compromiso, que no se pasara leyes sin discusión y análisis, y sobre todo, que la política pública tuviera vigencia a largo plazo y que no se cambiara repentinamente y constantemente al vaivén de la opinión pública. 

En el caso de Puerto Rico, nosotros tuvimos que adoptar tal constitución republicana, de hecho está explícita en la Ley 600 artículo 2 que autorizó a los puertorriqueños a crear su propia constitución siempre y cuando creara “un gobierno republicano en forma.”  Puerto Rico, emulando entonces la constitución estadounidense,  adoptó las tres ramas de gobierno, con dos cámaras legislativas, una de las cámaras con representación geográfica y la otra cámara con representación poblacional, Sin embargo, nuestro sistema electoral, o sea la forma de elegir nuestros legisladores, difiere grandemente a la constitución de EE.UU. Mientras en EE.UU. los representantes son electos por términos de dos años, los senadores son electos por términos de seis años, sin embargo sólo una tercera parte de los senadores pueden ir a elecciones a la misma vez. Esto permite que cada dos años entre nuevos miembros a la legislatura.  En Puerto Rico elegimos todos los miembros de la cámara y del senado a la misma vez y en conjunto con todos los puestos electivos incluyendo el de la gobernación. Aparte de tener elecciones concurrentes, el sistema electoral de Puerto Rico permite el voto por partido, en lo que resembla a boleta de lista cerrada. Con una sola cruz debajo de un insignia podemos elegir todos los candidatos bajo ese partido. El sistema electoral puertorriqueño incentiva así el voto por partidos y no por candidatos.

Estas diferencias en el sistema electoral, conlleva a una de las grandes diferencias entre procesos políticos de EE.UU. y PR. En EE.UU. el legislador está, generalmente, más consciente de lo que su distrito quiere. Tiende a diferir a menudo con el presidente de su propio partido, incluso con los miembros de su propio partido. En EE.UU. es mucho más difícil pasar una ley sin discusión y sin enmiendas.  En fin de cuentas, la suerte o el destino del legislador en EE.UU. no está totalmente contralado por la  ejecución y suerte de su partido, pero por su trabajo a favor de su distrito. En Puerto Rico la suerte del legislador dependen de la  suerte de su partido. Y la suerte del partido depende en el desempeño del gobernador.

Para prueba de esta dinámica, acérquese a cualquier persona que haya votado en las pasadas elecciones,  y pregúntele quienes fueron los candidatos legislativos en su distrito y quien actualmente lo representa. Muchos no pueden nombrar los legisladores que los representan. Como dice North, las instituciones modifican nuestras acciones, pero sobre todos nuestros incentivos. En Puerto Rico no hay incentivos para tener legisladores con motivos y ambiciones independientes de su partido, ni hay incentivos para que elector se preocupe por quien en su legislador.  Por tanto el único incentivo del legislador en Puerto Rico es consagrarse con el liderato de su partido, y rogar que el gobernador sea favorecido por la opinión pública.

No es sorprendente que este tipo de instituciones o reglas del juego haya creado una dinámica política muy peculiar, aunque no única en el mundo. A pesar de tener un sistema de “checks and balances”  en papel, en realidad nuestro gobierno opera sin ningún tipo de peso y contrapeso entre la rama ejecutiva y legislativa. El partido que gane las elecciones controla toda política pública, y cualquier ley que se presente en cualquiera de las cámaras, será aprobada siempre y cuando sea sometida por un miembro del partido de mayoría.

Es precisamente nuestras instituciones electorales las que permitieron la reforma del retiro fuera aprobada tan vertiginosamente.  El proyecto fue sometido originalmente el 19 de diciembre  del 2013 en la cámara de representante y ya para el 24 de diciembre estaba en el escritorio del gobernador.  Esto demuestra que la Legislatura en Puerto Rico es un sello de goma para el gobernador,  donde se aprueba lo que el liderato del partido en turno quiere y la reforma del retiro es un ejemplo. No es sorprendente que Mari Tere González, a pesar de sus esfuerzos de parar la desenfrenada y volaz trayectoria de la reforma de retiro de maestros, y a pesar de su elocuente y vivaz deposición en contra de esta medida en el hemiciclo, terminó siendo silenciada.  Puerto Rico no es una república y no es una democracia, Puerto Rico es una partidocracia delegativa y el pueblo tiene que conformarse con solo votar por el partido “menos malo” cada 4 años, y de nuevo rogar que el pongan en poder cumpla con sus promesas de campaña. Y si no, bueno se tiene que esperar hasta las próximas elecciones.