Manifiesto o ¿salida del closet?: Cómo científica social, en que creo y lo que no.

He tenido en los últimos meses varias conversaciones con mis estudiantes y colegas que me ha llevado a repensar en la necesidad de plantear y ser honesta en lo que creo, pero no sobre el mundo o mis posturas ideológicas, sino plantear mi visión epistemológica. Creo que es necesario, especialmente para nosotros los científicos sociales, plantear cuál es nuestra visión del proceso de adquirir pensamiento y cómo entendemos científicamente, el mundo que nos rodea. Es adecuado entonces, como el Prof. Raúl Cotto Serrano nos surgiere, desarrollar una visión de la naturaleza humana y sobre las instituciones sociales.

 

Primero, yo no creo que el ser humano sea bueno o malo por naturaleza. Esta dualidad que constantemente se cree que es mutuamente exclusiva, demuestra ser confusa cuando vemos que ambas, la bondad y la maldad, pueden coexistir y manifestarse simultáneamente en las acciones un ser humano. Solo creo que el ser humano quiere vivir, y vivir bien. Creo que una persona será buena cuando esto le permita vivir, y será mala cuando esto le permita vivir. La maldad o la bondad no son elementos esenciales del ser humano, sino herramientas que nos permite lograr ciertos objetivos, y que su clasificación como malo o bueno es referente a construcciones sociales de moralidad.

 

Tampoco creo que todos los que nos pasa es únicamente resultado de nuestra agencia, predisposiciones, acciones o capacidades. El no entender las estructuras sociales y su efecto en el comportamiento humano, culpamos a las víctimas por “escoger ser” víctimas, mientras sobre estimamos la capacidad y la agencia de los que, a base de nuestros valores sociales, consideramos exitosos.

 

Tampoco creo que las estructuras sociales determinen totalmente nuestras vidas. Porque las estructuras son, en muchas ocasiones, constantes, inmóviles y rígidas. Pero la experiencia humana es fluida, cambiante y variable. No podemos fijarnos solo en aquellas acciones y procesos que se predicen y se explican por las estructuras, y a la vez ignorar, intelectual y teóricamente, aquellas instancias que rinden el determinismo estructural fútil. El determinismo estructural rinde a todo grupo marginalizados o victimizados por las estructuras, como precisamente eso, como víctimas incapaces de agencia voluntaria y redentora. Deja de entender aquellos muchos casos donde las víctimas dejan de ser víctimas, donde los resultados, a pesar de las estructuras, han sido productos de su agencia.

 

Y sobre todo, lo que no creo que haya una teoría o una ideología que pueda explicar, con el uso de unas cuantas variables, la complejidad de la experiencia humana. No creo que la complejidad de nuestras vidas sociales, políticas y económicas se puedan reducir a unas variables. Cuando simplificamos la experiencia humana a una teoría de agencia individualista o a una teoría de determinismo estructural, caemos en una falacia lógica donde empezamos a explicar todo y nada a la vez. Donde los argumentos se convierten en tautologías y en muchas ocasiones toda contradicción se explica con argumentos Ad- hoc. Entre más simplista es una teoría o ideología, más propensos seremos en tratar de encajar, a la mala, todo lo diverso, lo opuesto, lo cuestionable en los cajones ontológicos de tal teoría. Tenemos que entender que teorías son simplificaciones de la realidad, que nos permite hacer sentido de la diversidad y complejidad de las acciones del ser humano. Sin embargo, aunque por motivos profesionales y académicos, exista una subscripción a una teoría o paradigma científico, no quiere decir que tal teoría es omnipotente en explicar este mundo. Mientras una teoría nos permite guiar nuestro quehacer investigativo e intelectual, nos permita indagar los detalles de nuestro comportamiento sistémico, esta siempre fallará en explicar lo todo.

 

 

Lo peor es cuando creemos que una teoría o ideología puede explica todo lo que pasa . Cuando nos subscribimos a tal visión intelectual de una totalidad teórica, empezamos ha ignorar otras voces, a entender menos otras explicaciones, a ignorar todo lo que contradice estas teorías. Entre más fuerte es nuestra adhesión a un punto de vista, a una ideología, o a una teoría, entre más simplista y determinista es ésta, más fuerte será nuestra disonancia cognoscitiva. Y esto es peligroso, por que una visión simplista del mundo, que ignora diversidad y discordancias, conlleva a luchar por unos cambios políticos, sociales, y económicos que terminan siendo inútiles sino completamente nefastos. Le temo aquellas ideologías pseudo-teóricas que se convierten en religión, que se creen por convicción y no por razón, que levantan y alborotan las pasiones más ardientes del ser humano, pero muy pocas veces motivan al pensamiento auto-crítico, al uso de la razón, y sobre todo el entendimiento y la empatía intelectual. No hay nada más peligroso que el pensamiento crítico sin pensamiento, al igual que el pensamiento sin crítica. Porque el pensamiento sin crítica es dogma y conservador, pero crítica sin pensamiento es caos sin razón.

 

Que quede claro, no creo que la única verdad es que no hay verdades. Para nada soy una post-modernista, sino más bien soy una post-positivista. No creo que todo es relativo y subjetivo, y que la búsqueda de conocimiento empírico es una perdida de tiempo. Pero tampoco creo que el quehacer intelectual y el método científico es un ejercicio para conocer la verdad absoluta y objetivas de las cosas. No creo que podemos, con certeza, predecir el comportamiento humano, al igual que no creo que el mundo animado esta operado y determinados por leyes de causa y efecto como el mundo de la física. Sin embargo, creo en que existe un mundo más allá de mis pensamientos y mi subjetividad. Creo que el comportamiento humano exhibe tendencias sistemáticas en muchas ocasiones, pero en otras, ocurren fortuitamente, Pero que ambos mundos, el sistemático y el fortuito, se pueden entender y las acciones sistemáticas y fortuitas se pueden distinguir. Más sin embargo reconozco que como observante, mi análisis del mundo no está completamente desligado de mis prejuicios contextuales, que se han formado por ser mujer, por ser mujer de color, por ser mujer de color que creció en un mundo de pobreza y marginalización. Es aquí lo más importante de mi visión ontológica y epistemológica, que reconozco que mis observaciones no son infalibles, que es necesario que se verifiquen. Y que el verdadero conocimiento del ser humano no se da en tratar de descubrir leyes de comportamiento, pero en descubrir patrones de comportamiento. Y este que hacer, especialmente si se da honestamente, teniendo en cuenta nuestras limitaciones y nuestros prejuicios, de manera colectiva y sobre todo crítica de nuestras limitaciones y fortalezas, nos obliga ha adquirir un conocimiento de lo qué es y cómo es, que últimamente  se acercará a la realidad aunque este acercamiento sea imperfecto. A pesar que en muchas ocasiones lo que aprendamos a través de la observación, el pensamiento lógico, y la investigación, no se conformará a nuestras visiones ideológicas de lo que debe ser, nos ayudará a construir lo que queramos que sea, así sea imperfectamente.