Jugando a la gallina con los bonistas

by institucionalista

Originalmente escrito en Febrero del 2016, cuando aún no se había aprobado PROMESA. A pesar que la situación cambió un poco, las conclusiones son las mismas.

Aparece en escena  Jim Stark (interpretado por el actor James Dean) al volante de en un Mercury 1949, con cigarrillo en mano  contemplando el abismo al final del camino. Jim se prepara a retar a Buzz Gunderson (interpretado Corey Allen) a un duelo. Ambos jóvenes han decidido correr a toda velocidad hacia el precipicio de la montaña, y el primero que se detenga o se desvié es la gallina y pierde el duelo.  Así es una de las escenas más emblemáticas del clásico fílmico “Rebel Without a Cause” (1955) en lo que se conoce como el juego de la gallina.

Sin embargo el juego de la gallina no solo se juega en la ficción hollywoodense, sino que es parte intrínseca de la aplicación de la teoría de juegos al ámbito político. La teoría de juegos, una disciplina de lógica-matemática,  busca entender las interacciones y estrategias de jugadores bajo ciertas estructuras de incentivos y castigos.  Estos juegos, que ni son divertidos ni inocentes,  describen situaciones políticas con impresionante veracidad.

La teoría de juegos nos permite hacer predicciones y dilucidar estrategias de acción. Ésta establece que cada jugador, como ente racional, busca maximizar sus beneficios y reducir sus costos. Pero en el cálculo hacia la búsqueda de su beneficio, debe incluir las posibles acciones del otro jugador. Lo que quiere decir que cada jugador tiene que buscar un curso de acción que contenga el menor de los costos, dado las posibles acciones del otro.

Precisamente porque en la política toda interacción es un juego de quién obtiene qué, y a qué costo, que la teoría de juegos es clave para entender la situación entre Puerto Rico y los bonistas.

¿Cómo se juega?

Comúnmente el juego de la gallina se juega donde dos carros marchan a toda velocidad de frente uno al otro. El primero que se desvié o quite es la gallina, si ninguno lo hace, se estrellan de frente resultando el peor de los casos. En términos de la teoría de juegos y en política (ver la siguiente tabla), se refiere a una situación con dos jugadores (en este caso hipotético, llamaremos Juan y Pedro) con intereses encontrados y tienen que decidir si seguir hacia adelante y buscar a toda costa obtener su objetivo, lo que llevará a una confrontación directa (situación d)  y por tanto el peor de los desenlaces (ambos pierden grandemente), o desviarse de su objetivo (situación B y C)  y dejar que el otro gane. Es importante notar, que el jugador que se desvíe no gana nada (es la gallina), pero si continúa y el otro se desvía, entonces tiene todas las de ganar.  Pero si ambos se desvían, ninguno gana, ambos terminan siendo gallinas (situación a).

Sí Juan …  y Pedro … Entonces:
a) Se desvía Se desvía Ninguno gana
b) Se desvía Continúa Gana Pedro
c) Continúa Se desvía Gana Juan
d) Continúa Continúa Los dos pierden

Puerto Rico en el gallinero:

 

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La situación actual entre el gobierno de Puerto Rico y sus acreedores describe perfectamente el juego de la gallina.  Puerto Rico ya ha declarado que sin una restructuración de su deuda, no podrá cumplir con todos los pagos y a los plazos que están actualmente vigente.

Los bonistas, especialmente aquellos que han comprado Bonos emitido por el Gobierno del ELA (llamados de Obligación General), se han rehusado a negociar una restructuración que le permita Puerto Rico continuar operando, y atrasar la fecha de vencimiento de una parte de los bonos. Su postura de intransigencia emana de la Constitución de Puerto Rico, artículo VI, donde establece que: “El Secretario de Hacienda podrá ser requerido para que destine los recursos disponibles incluyendo sobrantes al pago de los intereses sobre la deuda pública y la amortización de la misma en cualquier caso al cual fuere aplicable la Sección 8 de este Artículo VI mediante demanda incoada por cualquier tenedor de bonos o pagarés emitidos en evidencia de la misma.”

Veamos. Si los bonistas insisten en que se les pague, Puerto Rico tiene dos cursos de acción: rehusarse o pagarla. Si paga, el gobierno y el pueblo de Puerto Rico pierde, y ganan los bonistas. Por tanto, la gallina es Puerto Rico. Por otro lado, si los bonistas dejan de insistir en que se pague la deuda y acceden a una restructuración, ellos pierden y gana Puerto Rico. Aquí los bonistas son la gallina.

¿Qué pasa sí Puerto Rico se rehúsa pagar, y los bonistas se rehúsan a negociar? Aquí la ley está a favor de los bonistas, pero no sus intereses económicos. Los bonistas pueden demandar al Secretario de Hacienda y el gobierno de Puerto Rico. Esto quiere decir, que si los bonistas no acceden a una restructuración, su otra opción es demandar al gobierno de PR. Para Puerto Rico, este es el peor de los escenarios. Una demanda implica millones de dólares gastado en abogados.

Ahora, esto también implica unos costos millonarios para los bonistas. Lo que quiere decir que sin un acuerdo de restructuración, los bonistas se verían sin el ingreso que vendría por el pago de la deuda, y encima pagando millones en gastos de abogados, en un proceso judicial que podría tomar años. Los bonistas salen mejor si reestructuran y reducen sus pérdidas, que arriesgarse a perder más mediante un proceso judicial.

Lo que, si continuamos con el análisis del juego de la gallina, llevar a Puerto Rico ante la corte, representarían el peor de los casos para ambos. Termina perdiendo tanto los bonistas originales (no hablo de los fondos buitres), como Puerto Rico.